domingo, 18 de septiembre de 2011

Nos gusta dormir juntos

Amo ser tu almohada: 10 razones para practicar el colecho

Amo Ser Tu Almohada: 10 razones para practicar el colecho es un Carnaval de Blogs iniciado por Amor Maternal para tratar de romper con el tabú social que existe en torno a dormir con los hijos, dar a conocer esta opción tan sana y natural como agradable tanto para el niño, como para sus padres y proporcionar información fiable y experiencias personales al respecto.

Para nosotros está siendo todo un descubrimiento... Qué gozada dormir los tres juntos, cuánto disfrutamos... Parece que después de todo el día juntos, no veo otra manera de acostarnos por la noche que no sea pegaditos, no me imagino ni siquiera cómo sería tener que ponerlo en una cuna, o peor aún dejarlo en otra habitación... Me gusta mucho dormir con mi pareja, me siento bien, me relaja... y ahora que tenemos este chiquitín, a los dos nos gusta dormir con él, y a el con nosotros! Así que ahí va:
  • Por eso, porque nos gusta a los tres.
  • Porque la naturaleza lo ha previsto así, el cuerpo nos lo pide y nos resulta antinatural no hacerlo de este modo.
  • Porque si yo fuera él querría que fuera de esta manera, y no querría estar en otro lugar yo sola.
  • Porque sabemos que para él es más saludable, duerme más tranquilo, no llora, se siente abrazado, querido, siente que en esta familia somos tres.
  • Porque ahora que aún necesita comer mucho por las noches, es más fácil para todos si estamos juntos, sólo nos juntamos un poquito más y ala, teta al canto. Y a seguir durmiendo.
  • Porque nosotros descansamos mejor, dormimos más y no tenemos que andar levantandonos por las noches.
  • Porque nos encanta quedarnos obnubilados mirandole dormir relajadito y escuchar su respiración.
  • Porque levantarnos juntos por las mañanas y mirarnos y empezar a reírnos y a charlar no tiene precio.
  • Porque a veces escuchas una carcajada en medio de la noche y entonces te partes de la risa :D
  • Y porque nos da la gana!!


domingo, 11 de septiembre de 2011

Mi nuevo maestro

"10 cosas que he aprendido de mi hijo es un carnaval de blogs cuyo propósito es hacernos reflexionar, compartir, reír, emocionarnos y facilitarnos una mirada en retrospectiva acerca de cuánto hemos aprendido desde que emprendimos el camino de la maternidad."

10 cosas que he aprendido de mi hijo


Hacía tiempo que no iba a clase a aprender, y resulta que de un tiempo a esta parte he descubierto al mejor maestro que he tenido nunca. Y me lo he encontrado bien cerca! Cada día este pequeñín me enseña cosas que me dejan alucinada...
  • Estoy aprendiendo a vivir en el presente. No importa si hace un rato reíamos o llorábamos, no sabemos qué pasará en dentro de un rato, estoy aprendiendo a disfrutar de ESTE momento.
  • Estoy aprendiendo a vivir la vida desde cero, conociendo los impulsos más instintivos, las necesidades más vitales, y aprendiendo a descartar esas otras absurdas "necesidades" que tengo aprendidas.
  • Estoy aprendiendo, aunque cuesta, a vivir sin prejuicios. Cada día aprendo de su mirada limpia hacia todo y todos.
  • Estoy aprendiendo a confiar de verdad en nuestra naturaleza, la suya y la mía. No en reglas, costumbres, consejos ni relojes.
  • Estoy aprendiendo la necesidad que tenemos de tejer redes y vivir en tribu, y lo difícil que es hoy en día (y eso a su vez me ha llevado a aprender que es posible no ser informática y tener un blog, juas) 
  • Estoy aprendiendo a valorar las cosas más pequeñas, las que uno ya no se fija, pues pueden encerrar grandes sorpresas.
  • Estoy aprendiendo a mirar las cosas desde la perspectiva de quien no las conoce. Las formas y colores que no veía porque estaban escondidas, como la locura de mirar el contraste de un árbol con el cielo.
  • Estoy aprendiendo canciones por un tubo.
  • Estoy aprendiendo a priorizar lo importante y no lo urgente.
  • Estoy aprendiendo a superar mis propias limitaciones. Por él soy capaz de llegar muy lejos, mucho más de lo que hubiera imaginado. No hay perezas, no hay "no puedos", no hay verguenzas, no permito ningún "es pequeño, no pasa nada", ni "total es un momento, luego no se acordará", ni "mujer no es para tanto", no hay complejos por ser "exagerada", "maniática", "rara", ni por "malcriarlo", "dejar que se acostumbre" a mis brazos, a dormir con nosotros, a que sea él quien marque nuestro ritmo. Cada día más me siento como una leona con su cachorro y me gusta.
  • Estoy aprendiendo que puedo seguir aprendiendo cada día cosas nuevas sólo estando a su lado.

Una flor roja con el tallo verde

Ahí va un relato que he leído y me ha gustado, de una flor roja con el tallo verde:

"Una vez un niño fue a la escuela. Él era bien pequeño. Y la escuela era bien grande. Una mañana, cuando hacía poco que él estaba en la escuela, la maestra dijo:
¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó él.
A él le gustaba dibujar. El podía hacer todas las cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y barcos..., y tomó su caja de lápices y comenzó a dibujar. Pero la maestra dijo:
¨ ¡Esperen! ¡No es hora de comenzar!
Y él espero hasta que todos estuviesen preparados.
¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- Vamos a dibujar flores.
¨ ¡Bueno! –pensó el niño.
A él le gustaba dibujar flores con lápiz rosa, naranja, azul. Pero la maestra dijo:
¨ ¡Esperen! Yo les mostraré cómo se hacen. ¡Así! –dijo la maestra, y era una flor roja con tallo verde.
¨ ¡Ahora sí! – dijo la maestra -. Ahora pueden comenzar.
El niño miró la flor de la maestra y luego miró la suya. A él le gustaba más su flor que la de la maestra. Pero él no reveló eso. Simplemente guardó su papel e hizo una flor como la de la maestra. Era roja, con el tallo verde.

Otro día, cuando el niño abrió la puerta de afuera, la maestra dijo:
¨ Hoy vamos a trabajar con plastilina.
¨ ¡Bien! –pensó el niño.
El podía hacer todo tipo de cosas con plastilina: víboras y muñecos de nieve, elefantes y rabitos; autos y camiones... Y comenzó a apretar y amasar la bola de plastilina, pero la maestra dijo:
¨ ¡Esperen! No es hora de comenzar. Y él esperó hasta que todos estuviesen preparados.
¨ ¡Ahora! –dijo la maestra- nosotros vamos a hacer una víbora.
¨ Bien, pensó el niño. A él le gustaba hacer víboras. Y comenzó a hacer unas de diferentes tamaños y formas. Pero la maestra dijo:
¨ -¡Esperen! Yo les mostraré cómo hacer una víbora larga.
¨ Así! –dijo la maestra.
¨ Ahora pueden comenzar
El niño miró la viborita de la maestra. Entonces, miró las suyas. A él le gustaban más las suyas que las de la maestra. Pero no reveló eso. Simplemente amasó la plastilina, en una gran bola e hizo una viborita como la de la maestra. Que era una viborita larga.
Así luego el niño aprendió a esperar y a observar; y a hacer cosas como la maestra, y luego él no hacía las cosas por sí mismo.

Entonces sucedió que el niño y su familia se mudaron para otra casa, en otra ciudad y el niño tuvo que ir a otra escuela.
Y justamente en el primer día, que él estaba allí, la maestra dijo:
¨ Hoy vamos a hacer un dibujo.
¨ Bien –pensó el niño. Y esperó a la maestra para que le dijera cómo hacer. Pero ella no dijo nada, apenas andaba por el salón. Cuando se acercó al niño, ella dijo:
¨ ¿Tú no quieres dibujar?
¨ Sí –dijo el niño-. Pero ¿qué vamos a hacer?
¨ Yo no sé, hasta que tú lo hagas –dijo la maestra.
¨ ¿Cómo lo haré? –preguntó el niño.
¨ ¿Por qué?- dijo la maestra- De la manera que tú quieras.
¨ ¿Y de cualquier color? –preguntó él.
¨ De cualquier color –dijo la maestra-. Si todos hiciesen el mismo dibujo y usasen los mismos colores, ¿cómo yo podría saber quién hizo qué, ¿y cual sería de quién?.
¨ Yo no sé- dijo el niño. Y comenzó a hacer una flor roja, con el tallo verde."
Por Helen Buckley

Y es que me ha llegado este texto, porque yo misma también me veo reflejada como fruto de esta educación que pretende hacernos a todos iguales, domesticarnos, no enseñarnos a pensar, a ver las cosas con ojos críticos, a preguntarnos, a desarrollar nuestras capacidades individuales...

Lo del dibujo puede parecer una exageración, pero es que si yo me pongo en situación de pintar una flor para un niño, me saldría... una flor roja con el tallo verde!! Y... cómo dibujar una casa? Pues muy fácil, un cuadrado, un tejado triangular encima, una puerta, una ventana, un caminito serpenteante, un sol y un árbol... no? Espero ser capaz de no coartar la imaginación y la creatividad de mi hijo, y dejar que sea él quien me enseñe muchas formas de dibujar flores y casas, y otras cosas que no sean flores y casas... Porque a mí lo primero que me sale es esto (suena?):

 

viernes, 9 de septiembre de 2011

Nuestra lactancia


La Lactancia Materna es Mucho Más que Leche es un Carnaval de Blogs iniciado por Amor Maternal para celebrar la Semana Mundial de la Lactancia Materna e invitar a la reflexión acerca de todas las dimensiones en las cuales podemos concebir la lactancia materna, todos los ámbitos de la vida en los cuales puede afectar tanto al ser humano, como a la sociedad, al planeta, las relaciones interpersonales, etc.  

La Lactancia Materna es Mucho Más que Leche

Acabamos de estrenarnos con este blog y tengo aún pendiente escribir sobre mi embarazo, mi parto, el eterno ingreso de nuestra garrapatilla en el hospital, y nuestra pelea por la lactancia, pero aprovecho esta entrada para reivindicar la lactancia materna, el derecho del niño a ser amamantado y de la madre a amamantar, a demanda, en cualquier lugar, sin miradas ni comentarios de desaprobación y hasta que el niño lo desee, a que reciban el apoyo necesario en los hospitales, a que no se interfiera en ella...

Nuestra experiencia con esto ha sido complicada... Estábamos muy informados sobre este tema antes del parto y estábamos decididos a darle teta a nuestro pequeñín. Íbamos a tener un parto en casa y todo iba a ser mucho más fácil, pero finalmente el peque nació en La Paz, con una cardiopatía, en un parto medicalizado, fuimos separados nada más nacer, tuvo que vivir tres semanas en una cuna de un box de la unidad de neonatología junto con otros 5 niños y padres, y yo en pleno posparto y con la episiotomía viviendo en una silla junto a la cuna y durmiendo en casa por las noches, aguantar consejos y no consejos sobre lo que debíamos hacer y no hacer, aguantar ver cómo le daban biberones hasta que a mí me subió la leche, aguantar juicios sobre los peligros de tener al niño en brazos (allí no parecían entender que el contacto con el bebé a mí me ayudaba con la subida de la leche, entre otras cosas), pelear con el sacaleches en casa llorando echándole de menos, aguantar el dolor del sacaleches en los primeros días, tragarme la sensación de ridículo por ir con una jeringuita diminuta con el poco calostro que salía para dársela, pedir un traslado a una habitación en el hospital para poder estar juntos mientras esperábamos la operación, enfrentarnos a la lactancia ya solos, sin gente incordiando pero llenos de cables y en un sillón horrible hasta el mes y medio, vivir el disgusto de la operación y tres semanas más en la uci viéndonos dos veces al día y el resto del día en casa con el sacaleches, deshaciendo dolorosas bolas en las tetas producidas con el sacaleches gracias a unas buenas amigas que me dejaron a sus pequeñines varios días cuando ya no podía más (no tengo palabras para agradéceroslo, Marta, y Cielo), y vuelta a vivir al hospital a la planta después del posoperatorio otra vez llenos de cables de vías y drenajes en una habitación compartida, sin poder ponernos más que en una postura en el sillón o de pie, y continuando con la vida en un lugar público expuestos a todo tipo de comentarios y supuestas ayudas que no hubieran hecho sino echar por tierra nuestra lactancia ("no comió bien? quieres un biberón?").
 
Pues bueno, tras casi tres meses de ingreso, hoy mi chiquitín tiene ya 5, y estamos en casa felices y disfrutando de nuestra lactancia, que nos ha costado pero que no cambiaríamos por nada. Porque nos mantiene unidos. Definitivamente la leche materna es más que la leche, es más que su comida, es nuestro momento, nuestro rato juntos, nuestras miradas, nuestra salud, nuestro orgullo. Y que nos dure. Lo que nos dure. Hasta que él quiera. Me hace feliz ofrecérselo, me siento bien, me siento orgullosa de haberlo sacado adelante.

Y no quiero dejar de animar a todas las que quieran hacerlo. Porque pueden. Podemos. Y nuestros niños se lo merecen.

Ha hecho falta mucha determinación, muchas ganas, mucha información (de la buena), y mucha ayuda. Gracias otra vez Marta y Cielo, gracias Ana D. por venir al hospital a verme sin conocerme, gracias Maricruz (fue un lujo conocerte), gracias Susana Ares, gracias Anabel, Virginia y Marina, gracias chicas de EPEN, gracias chicas del foro de ceutilacta, gracias Icíar por aquel masaje, gracias Mamá, Ana, Mariluz y Manuel, y gracias Javi por apoyarnos y protegernos. Hay un poquito de todos vosotros en esto...

Esperando

La primera salida es pensar que qué mala suerte, que porqué a nosotros, que porqué a otra gente no les ocurre… te ves en una situación en la que no pensabas verte… “pobrecitos…a mí no me pasará eso”, “cuando queramos quedarnos embarazados será todo sencillo, el trabajo que hay que hacer está claro ;) no?, “uno hace lo que tantos libros enseñan y listo”…
Luego, cuando coges distancia, te das cuenta de que no eres el único, de que cada vez cuesta más, de que hay muchas parejas sumidas en esa angustia inconfesable que es no poder quedarse embarazados… Y es un tema tan complicado… No se habla de esto, no se comenta, se deja para la intimidad de la pareja, no es fácil asumir que eso te está pasando, es algo así como reconocer que no estás a la altura, o enfrentarse a algo que no podemos manejar, acostumbrados como estamos a conseguir lo que sea a golpe de dinero. No, esto no se consigue con dinero, la vida no se compra. La vida llega, y no la puedes obligar. Y a lo mejor no quiere contigo, o a lo mejor es que aún no estás preparado…
La situación se complica con el paso del tiempo, porque al principio no entiendes, y luego, según pasan los meses y los ciclos van pasando, te sumes en una montaña rusa en la que cada 15 días te mueves entre la ilusión de confiar en que “seguro que esta vez sí”, y el bajón de esa primera molestia en la tripa que te dice que por ahora todo seguirá igual. Y cada mes una pequeña depresión que llega con la regla, y que a la vez limpia, y prepara el terreno para una nueva ilusión… Y en esta montaña rusa llegan noticias… “pues mi prima se ha quedado embarazada”, o “tenemos que contaros una cosa, estamos embarazados!” (y tú tienes que poner cara de que te alegras mientras se te pone un nudo en la garganta y se te humedecen los ojos pero no puedes decir nada…)
En la pareja, las cosas cambian… cada uno vive su particular montaña rusa, y no siempre van a la par, y con el tiempo, se van viendo cada vez caras más tristes, que quieren esconder pero no pueden del todo la impotencia, el desánimo, el cansancio de tanto subir y bajar… Y cada vez la caída es más abajo, pero cada vez sigue llegando la ilusión 15 días después, la vida se convierte en un torbellino de emociones, que además debe permanecer oculto a los ojos de los demás. Por supuesto con el paso del tiempo la vida sexual se resiente, porque pasas de disfrutar sin pensar en nada más, a incorporar a la dinámica fechas, momentos, ahoras, “no me apetece mucho pero venga”… y otros, que no hacen sino abundar en esta tormenta de emociones. Y dejas de hacer planes, y no coges un avión “por si acaso”, y no te atreves a bucear, a esquiar, y a tantas otras cosas “por si acaso”…
Y dos años así se hacen largos… Porque es mucho lo que pones en ello. Es mucha la ilusión en cada luna, y mucha la desazón con cada regla. Y porque no se trata de reservar unas vacaciones, ni de comprarse una tele más grande. Hablamos de tener un hijo, de cambiar tu vida, de formar una familia… ese cambio tan importante al que te puedes abrir pero no sabes cuándo llegará. Y son muchos los embarazos que te cuentan en todo este tiempo. Y no sabes con quien hablar de esto, ni siquiera sabes si quieres hablar de esto.
Bueno, hoy estoy tranquila escribiendo esto mientras mi chico y mi pequeño de cinco meses duermen, ahora es fácil. Pero no quiero dejar de hacerlo, porque me sirve para sacar todo eso que hablé tan poco, y porque yo en su día no sabía que no estábamos solos en esto.
Estos dos años han sido muy ajetreados. Al principio uno confía en la espera y en la paciencia, pero solo hasta que llegas a esa peligrosa fecha que dicen que es la media de lo que se tarda (que por cierto, sube y sube). Luego ya te desesperas y empiezas con pruebas, analíticas, búsqueda de problemas donde no los hay, colas en la seguridad social, citas para dentro de 5 meses, esperas interminables, culpas, explicaciones surrealistas a los comentarios de “y vosotros para cuando??”, no comprendes nada. Y no comprendes porqué después de todo ese tiempo, de repente, estás embarazada. Así.
Entonces es cuando te das cuenta. De que no era por nada. De que la espera no ha sido en vano. Porque además de consultas y analíticas, durante todo ese tiempo también han pasado otras cosas. Ese cambio de alimentación, ese cuidarse, aquella terapia para resolver aquel problema, ese giro en la relación de pareja que ahora afronta la vida fuerte y unida, ese aprendizaje, ese darse cuenta de dónde están realmente las cosas importantes. La vida quería llegar, pero no de cualquier manera. Necesitaba que preparáramos el terreno mejor. Y más si la vida venía con una cardiopatía. Nos necesitaba fuertes. Nos necesitaba unidos.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Hijos de la vida...

Me gusta este texto de Kahlil Gibran... Me ayuda a interiorizar ese concepto de "acompañar"...

Tus hijos no son tus hijos
son hijos e hijas de la vida
deseosa de si misma.
No vienen de ti, sino a través de ti
y aunque estén contigo
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas,
viven en la casa del mañana,
que no puedes visitar
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos semejantes a ti
porque la vida no retrocede,
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual, tus hijos
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación
en tu mano de arquero
sea para la felicidad.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Esta vez no pudo ser...

Hola Emilio, 
andábamos ya por la semana 8 o 9, todo iba bien, nada raro, no tuve ningún vómito ni casi síntomas más que un aumento de los pechos, estábamos encantados, teníamos ya claro cómo queríamos llevar el embarazo y el parto y con quién (cosa que unos meses antes nos generaba desazón), hablábamos con él, aún no se me notaba nada en la tripa, pero yo sentía que estaba ahí.
El jueves, apareció una pequeña mancha rosita en las bragas, un susto… pero no pasa nada, es normal, me estoy un poco más quieta pero tranquila, esto suele ocurrir. La hermana de mi amiga Vero tuvo pérdidas y hoy tiene a su niño con ella, así que es normal. Estaremos atentos… por si acaso no fui a trabajar.
El viernes por la mañana fui a trabajar a la oficina, relajadamente, salí pronto y me fui a comprar el libro de “embarazo seguro”, tenía en mente comprarlo en algún momento, y ahora necesitaba saber lo que era propio de un embarazo normal y lo que no, y si esto era un aborto, saber qué iba a pasar para no asustarme, y lo que debería hacer. Había algo de manchado marrón pero muy poco y no tenía ninguna molestia más.
Por la tarde, ya tenía algo de molestia, como de regla pero suavita, y algo de manchado marrón denso que, según el libro y las 800 páginas de internet que he mirado entra dentro de lo normal, estamos preocupados pero tranquilos, no tiene porqué pasar nada, y a la vez, puede pasar porque es muy normal… esperemos que sea otra cosa… Las chicas de elpartoeesnuestro deben estar liadas porque ninguna contesta a mi correo. Estamos un poco despistados así que decidimos llamarte, nos dijiste que podría ser o no, que estuviéramos tranquilos, y que esperáramos. Si queríamos podríamos ir a urgencias, pero nos harían una eco y seguramente un legrado, pero… si todo estaba bien, para qué una ecografía? y si no estaba bien, para qué un legrado antes de tiempo? Decidimos esperar. Vinieron a verme mi hermana y mi tía por la tarde y yo estaba con molestias… a ver qué pasa… no sabemos… ya os diré… ais… ya pasó… pequeñas contracciones pero muy suaves. En ese rato lo supe, tuve la sensación de que realmente no iba bien, esta vida se acababa aquí, pobrecito mío… Estas contracciones ya no son normales.
La noche, tranquila, con contracciones suaves pero duermo de un tirón.
El sábado, los dos en casa solos. Estamos muy tristes, pero seguimos tranquilos. Javi, esto no va bien, será hoy o mañana… Qué bien que es fin de semana y estamos los dos juntos, solos y en casa. El manchado marrón cada vez es menos denso y más rojo. No sé qué pasa pero no termina de decidirse a salir. Cada vez que nos miramos, lloramos, nos abrazamos, nos da pena, no queremos despedirnos de él. No le estamos dejando, pero yo siento que tiene que salir.
Durante media hora Javi tuvo que salir de casa a comprar algunas cosas, en ese rato me dieron unas contracciones más fuertes, a ratos. Estaba sola, en el baño, como cuando me duele la regla. Al volver Javi, la cosa volvió a pararse. Mi vida, ya está, se acabó, no queríamos que pasara pero ha pasado, tenemos que dejarlo ir. De repente nos damos cuenta de que no sirve de nada negarse a admitirlo. Nos abrazamos fuerte, nos despedimos de él, lloramos mucho. Las contracciones empiezan a venir otra vez, más fuertes, aunque menos que cualquier mes. Te llamamos otra vez. Que lo dejemos fluir, que estemos pendientes de ver lo que sale, que estemos tranquilos. Nos relaja saber que estás ahí al otro lado del teléfono, nos sentimos acompañados y tranquilos, nadie alrededor nos dice que vayamos al hospital como en un parto porque nadie sabe cómo funciona esto. Así que vamos a tener nuestro mini-parto en casa, nos va a servir de experiencia y para reafirmarnos en que el día que tengamos un parto queremos que sea en esas condiciones o parecidas. Ya estamos preparados.
A medio día, las contracciones empiezan a ser fuertes, concretamente una muy fuerte y sale un trocito de endometrio, y otra muy fuerte y ahí está, se escurre por el váter, lo recojo, lo tengo en la mano, es una bolita como una aceituna, se ve dentro el embrioncito perfectamente, tenía manos y piernas, y unos ojos enormes. Qué tristeza, qué pena, no quiero soltarlo, mi niño, nuestro niño… Qué guapo era, y qué listo, cómo supo que tenía que salir y cuándo era el mejor momento, el fin de semana, con toda la tranquilidad… era algo más pequeño que lo que habíamos calculado, por lo que es posible que llevara unos días esperando el momento. Nos hemos librado de un legrado seguro. Otra contracción y otro trozo de endometrio. Te volvemos a llamar, ya está…, bueno, estad tranquilos, el lunes haremos una eco para ver que está todo bien. Estamos encantados de haber podido contar contigo.
El resto de la tarde tranquilos, llorosos, abrazados, tristes, llamando a las personas a las que habíamos contado la noticia para contarles esto otro, muchos ánimos. Cosimos una bolsita de tela con su nombre y lo metimos ahí.
Esperemos que no haya quedado nada… bueno, por si acaso haremos una eco el lunes. Por la noche, al acostarme, otro dolor, qué raro, será normal? Al rato, en el baño, otro trozo de endometrio grande, ups… faltaba este… ya sí que fue el último.
El domingo, con la resaca, decidimos irnos con él, a ponerlo en lo más alto de una montaña. Coche a la barranca, empezamos a subir, estoy bien, no sé si debería hacer este esfuerzo pero siento que quiero hacerlo, hay algo que me da fuerzas y seguridad, lo quiero hacer. Nos sentimos muy unidos, y muy seguros. La subida es una paliza, comemos en el collado y terminamos el último trecho llorando. Buscamos un sitio que nos gusta, se ve Madrid, Segovia y Cercedilla, y las carreteras de la Coruña y de Colmenar, que tanto recorremos. Hemos podido despedirnos de él, nos duele imaginar cómo habría acabado todo en unas urgencias. Cómo estaría yo hoy después de un legrado, seguramente no hubiera podido subir a la Maliciosa. Todo esto ha sido muy triste, pero hay que reconocer que hemos tenido las condiciones perfectas para que ocurriera de la mejor manera. Y hemos contado con el apoyo que hemos necesitado, ni más, ni menos.
Los días siguientes, sangrado como una regla, ya sin dolor, casi una semana. La gente nos pregunta y nos anima. Nadie se imaginaba que podía ocurrir algo así sin ir a urgencias. Que hubiera podido subirme una montaña al día siguiente. El lunes me lo doy libre, estoy hecha polvo físicamente después de todo, el martes ya tengo ganas de ir a trabajar. La ecografía del lunes dice que todo bien, fuera preocupaciones. Otra vez, gracias Emilio por hacérnoslo tan fácil…
Todo el mes siguiente ha sido bastante movido. El disgusto, la tristeza, el chute de hormonas, la autoestima regular, darle vueltas a todo lo que ha pasado… La regla siguiente, normal. Justo un mes después, se ha llevado gran parte del estado de alteración emocional. Menos mal, ya creía que estaba volviéndome loca…
Nos dijiste que entonces ya podríamos volver a intentarlo y tenemos ganas, así que adelante, no sabemos qué pasará… Lo que sí sabemos es que nada en esta vida es seguro aunque ya creas que lo tienes, que queremos tener hijos, ahora más que nunca, que se nos ha quitado el miedo al parto en casa después de esto, y que queremos vivir el embarazo y el parto de una manera y no de otra. Gracias por todo, un beso.